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lunes, 24 de julio de 2023

Fruta

 No lo sé si mi situación es especial o solo es una historia más sin mucho de especial. Estoy casada desde hace cinco años y todo iba más que bien hasta que mi marido tuvo un accidente, pues tenemos una frutería y hay que ir a comprar mejor producto posible y al mejor precio y tenemos que buscar e ir a por los productos porque si nos los mandan ya sube el precio.


Nos iba bastante bien hasta que mi marido tuvo un accidente y ya no puede ir a comprar ni casi hacer nada. Ahora soy yo la que se encarga de ir con la furgoneta a supervisar precios y comprar la fruta para la tienda. Además de una administrativa soy la única chica que pasan por allí y nos de sí estará mal que lo diga pero estoy bastante buena y a veces me traspasan con la mirada.

Como soy perfectamente consciente de que disfrutan mirándome, alguna vez he tenido que regatear precios con el encargado y además de explicarle la situación en la que estamos, he ido con un escote pronunciado y me he insinuado un poco.


El encargado es el hijo del antiguo dueño, un hombre de cuarenta y no muchos años, de buen aspecto y cara sonriente. El último día después de haber lloriqueado un poco con los precios, me dijo que había otras formas de pagar. ..

Me hice la indignada y le dije que no tardaría en pagar. Hable con mi marido, las deudas nos comían y no sabíamos hasta cuando podíamos seguir así, mi marido impotente por como estábamos me dijo que no me sintiera obligada pero que tampoco me sintiera culpable si acababa haciendo algo criticable por la situación, me había dado la absolución antes de haber pecado


Al día siguiente volví a buscar productos para la frutería y allí estaba el encargado sonriente casi con los brazos abiertos me dijo sí ya había reunido el dinero para comprar y le pregunté por esas otras formas de pagar que había dicho el otro día. Se rió y dijo que qué alegría de poder atender a sus clientes, que esperaríamos a la hora de comer cuando no había nadie por allí. Mientras fui viendo todo lo que quería 'comprar' y pensando sí estaba dispuesta a hacer lo que iba a hacer, pero le eche valor y solo sería echar un polvo como tantos otros había echado a disgusto, no es que sea una puta pero hay veces que has acabado haciéndolo con alguien que no te gusta.


Yo no quería mucho pero él insistió en besarme al tiempo que amasaba mis pechos por encima de la camiseta, lo pensé y le dije que no tocaba unas tetas así y casi gratis hacía mucho tiempo me miró muy serio y me dijo que ya estaba bien de tonterías y que fueramos a mi furgoneta, allí se desnudo y me desnudo, mordiendo mis pechos y saboreando mi pubis.


Al contrario de lo que pensaba disfrute mucho mucho este polvo, por qué desde el accidente de mi marido no habíamos tenido buen sexo y cada uno tenemos nuestras necesidades. Tenía una buena verga y bien dura me la fue metiendo poco a poco con un movimiento muy rítmico y cada vez un poco más profunda, me hubiera podido sentir como una prostituta pero lo que estaba haciendo era por un bien familiar. Estaba pensando en eso cuando me di cuenta de que ya se había corrido pero seguía bombeando dentro de mi, no sé si por qué dejara de follarme, por parecer complacida o por qué estaba muy cachonda ya, me corrí abundantemente.


Habíamos acabado y pude llenar mi furgoneta que olía a sexo, de frutas para la tienda. Cuando lo hablé con mi marido, entre lágrimas de sentirse cornudo y de alegría por haber salvado poco más la tienda, nos abrazamos y me dio las gracias una y otra vez


Yo solo puedo decir que disfrute mientras lo hacía con aquel chico y me vi obligada oh no tan obligada a repetir casi cada vez que iba a por fruta.




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